Este texto no es mio y tiene copyright pero tenía que compartirlo con vosotros..

jueves, 4 de septiembre de 2008



La Cajita


Dracula sólo reaccionó con una sonrisa desdeñosa cuando la lanza de hierro le atravesó. Con un inmenso poder la quitó de su pecho y la dirigió hacia el joven. Y de repente salió fuego del cielo y lo alcanzó, se cayó, gritando, del borde de la bastión y desapareció en el abismo. Sara se acurrucó contra Simón y los END TITLES aparecieron en la pantalla, seguidos por el claqueo de la ultima tirita y el proyector en la pequeña cueva. Tomás la puso a rebobinar.Víctor se volvió hacia los dueños de la casa y les sonrió, amable. Jette intentó adivinar qué pudiera estar pensando. ¿De veras había sido una buena idea proyectar "Scars of Dracula"? Victor había dado con vampiros *verdaderos*, e incluso algunos de los capítulos más oscuros de su vida estaban vinculados a aquellos seres de medianoche. Pero Tomás había alzado las cejas, diciendo significativamente: "¡Fue una película exQUÍsita!", y en eso se quedaron.Hoy era el cumpleaños de Jette, y Víctor Janis era uno de los congratulantes - Adán Hart estaba resfriado. Víctor había entregado ceremoniosamente su regalo, una copia firmada de "Victor Janis & Søn" (uno de los libros de la tetralogia de Adán Hart - en el universo de estos libros, Víctor es su autor y los publica bajo el "seudonima" de Erwin Neutzsky-Wulff... CKA) luego se había dejado convidar a película y pasteles. Tomás apagó el "Elmo", y se quedabanun rato sentados. -No es -Jette se decidió que algo quería decir-. Digo, ¿no puede ser un poco demasiado con todos esos vampiros y fantasmas? ¿No es un poco peligroso? -¿Peligroso? -preguntó Víctor. Ella sonrió. -Sí, comprenderás, me imagino que ... toda esa imaginación. ¿No es peligroso con tanta imaginación? Víctor asintió, pensativo. Luego sacó un pequeño objeto cuadrado, liado en papel de periódicos, del bolsillo de su chaqueta de terciopelo. Se quedó un rato sentado, contemplándolo como si él tampoco lo hubiera visto antes, empujándolo con la uña del dedo índice. -Sí -afirmó por fin-. Es verdad que la imaginación puede ser peligrosa. Pero ninguna imaginación, sabéis - ¡eso es mucho más peligroso! -¿Qué es esto? -preguntó Jette, curiosa, señalando el peqeño paquete-. También para mi? Víctor meneó la cabeza. -Cuando hayas oído el cuento no estarás tan interesada en quedarte con él. Creo que me lo voy a quedar yo, aunque se me ocurren algunos que se excusarían. Por algúna razón no creo que me va a perjudicar. Ni a vosotros tampoco. Para decir la verdad, estoy perfectamente seguro de ello. A veces se puede saber, como con los perros. Puedes sentir que no te quieren hacer nada malo. Jette y Tomás se sentaron más cerca. Jette preguntó: -¿Pero qué iba a poder hacer? ¿Esa cajita? -No, tendrás razón. -Víctor se reclinó en la silla. -¡El cuento! -le recordó Tomás. -Ah sí, el cuento. Este objeto -le punteó con los dedos- pertenecía a un conocido mío. Tenía diez años cuando me lo entregó, pero lo que os voy a contar sucedió cuando no habrá tenido mucho más que ocho años. Le podemos llamar Nicolás. Jette asintió, sonriendo. Estaba casi segura que sólo había alguna cosa perfectamente trivial en el paquete, y que Víctor solamente le quería dar otro regalo, un relato. Casi segura. "Nicolás no era un niño corriente. A veces no creo que existan los niños corrientes. Los niños corrientes son *manufacturados* en colegios y otras fábricas de niños, no nacen. Todos los niños y niñas recien nacidos son extraodinariamente excepcionales, y mirándolos de cerca uno puede encontrar continentes en sus lunares y enteras galaxias en sus ojos. Por otra parte, Nicolás habrás sido más difícil de hacer corriente que la mayoría de los niños. Y eso a pesar de que era de una familia honrada, y su padre con frecuencia le ayudaba con los problemas de cálculo. Aun así, no le iba muy bien en el colegio. Nicolas "hizo novillos" y "vagabundaba", como lo decían los psicólogos escolares, eso es, le gustaba el sol y dar paseos en el centro y descubrir el mundo y a si mismo. De eso tenían largas y serias conversaciones. Tal vez pudieran haber esperado, dejándolo al tiempo, pero estaría muy mal si Nicolás se quedara "atrás". Los padres de Nicolás tenían que confesar a la congregación de pedágogos y asistentes sociales que ya no "podían" con él. Es posible extrañarse de cómo es que dos personas mayores de treinta y cinco años "no puedan" con un niño de ocho, pero las autoridades se mostraban muy comprensivas. Ellos también habrán tenido hijos, supongo, que por desgracia habían comprado sin una razonable cláusula de rescición y devolución (algo que siempre debiera haber en niños con los cuales no se puede). Entonces, un día caluroso del otoñoNicolas llegó a la Escuela Suplementaria del Amapola, y como sus compañeros de dolor fue recibido por el maestro Martínez, que todos llamaban 'conciudadano' Martínez. Porque la Escuela Suplementaria del Amapola no era una escuela normal, ya que estaba destinada a niños excepcionales. Aquí eran los niños quien mandaban, ya que -como decía en el folleto de la escuela- los niños son los mejores para solucionar sus propios problemas. Por un lado habrá sido exactamente esto que Nicolás intentaba hacer en las calles del centro, pero siempre está bien con alguna ayuda de los expertos. En el 'Amapola' todo fue decidido en reuniones colectivas, y aquí también mandaban los niños. Los maestros sólo eran asesores. Y el conciudadano Martínez era más asesor que todos. Y los niños adoraban a Martínez - eso también lo decía el folleto. Entendía 'bajarse' al nivel de los niños, y sabía eschuchar a los niños cuando dijeran algo razonable, eso es, algo con que él estaba de acuerdo. -¡Escuchad a Juan! -gritaría entonces, y el pequeño Juan estaría radiante de alegría, y los demás le escucharían. -¡Pero ... -objetaría alguien, -¡No no! dijo Martínez, -¡Escuchad a Juan! Así eran las opiniones de los niños que llegaban a ser oídas, y eran los niños que tomaban las desiciones importantes. Castigar a los niños no era ni provechoso ni benéfico. Bastaba hablar con el culpable. -¿De verdad te parece que tienes el derecho a destrozar toda la amistad de tu grupo? -le preguntaría Martínez amablemente. -Fuera, ¡capullo! Que mal genio tienes! -secondarían los demás alumnos. Ahora bien, Nicolás era un niño extraordinario. -¡Me cago en la amistad! -dijo. Entonces la cara del conciudadano Martínez asumió un color extraordinario. Desde aquel día, el conciudadano Martínez consideraba que ayudar a Nicolás era un deber especial. Y le ayudaba día y noche. Le ayudaba gritándolo, porque ¿acaso Nicolás no oyera bien? Le ayudaba agarrándolo. A veces, Nicolás dio en la mesa con su puñito para renunciar. Pero el conciudadano Martínez había aprendido mucho de niños y sabía que eso quería decir que estaba al borde de un ataque de histería y entonces era importante aflojar los espasmos y tranquilizar el niño. Era emocionante ver el conciudadano estrujar uno de estos niños así que no llegó a mover ni un músculo y con la barba del conciudadano, con su olor de tabaco, en toda la cara hasta que se calmara. Imaginense que alguna vez habían castigado corporalmente a los niños. A Martínez esa idea siempre le ofendió, así que eso también había escrito en el folleto." Víctor se detuvo un momento y sacó un pastel de la bolsa, uno de aquellos con crema amarilla que le gustó en especial. Luego siguió. "En total, este tratamiento era bastante eficaz con la mayoría de los niños. Se volvían constructivos, razonables y políticamente maduros. Pero no Nicolás. Nicolás se escondía. Era posible llegar a su interior, como lo expresó el conciudadano-psicólogo. Nicolás estaba sólo. A pesar de la amistad nunca se había sentido tan sólo en toda su vida. Echó de menos sus revistas de Dracula y su perro de trapo. No había podido llevarse ninguno de ellos. Las malas costumbres fueron depositados fuera de los portales del Amapola como las muletas en los lugares de peregrinación. Los animales de trapo eran sustitutos infantiles por el placer de la amistad, y los tebeos eran los sustitutos por el mismo del avanzado capitalismo de monopolios. O sea' que Nicolás tenía que buscar un sustituto por los sustitutos. Por suerte nunca le había pasado nada a su imaginación, y ahora fue desarrollado de forma desbordada. Empezó a soñar que había algo en su cama, un lindo murcielaguito u otra cosa parecida. Hasta que un día averiguó que en efecto *había* algo. No era ningún murciélago y en realidad le fue bastante difícil averiguar exactamente qué podría ser. Era pequeñito, así que lo podía esconder bajo la colcha. Entonces estaba bien calentito. Tenía un vello y unas garras pequeñitas, así que podía agarrarse a él o las sábanas. A veces lo tenía en el pelo y nadie lo descubrió. Nicolás guardaba restos de sus comidas para darselos en su soledad, y así podía pasar horas. Pero claro, toda su comida también lo hizo crecer. Ya no cabía en su pelo. Al final Nicolás le buscó una cajita. La forró con algodón, y allí dormía la criatura. Nicolás era más feliz que nunca. Pasó las tormentas del día con valor, porque sabía que la criatura estaba dormido en una cajita debajo de su cama, y por la noche la daría trocitos de carne y galletas, y se acariciarían y hablarían y se lo pasarían de maravilla. Y es posible que pudieran haber seguido así. Pero un día pasó lo que tenía que pasar: la cajita fue encontrado. Sólo estaba un momento en las manos del otro niño porque Nicolás la recuperó con una ferocidad que hubiera asustado a cualquiera. Y entonces la caja de Nicolás salió en la próxima reunión colectiva." -La cajita -dijo Jette. -¿Es esa que tienes allí? -¡Exactamente! En la reunión Nicolás también la agarró con tanta fuuerza que nadie se atrevía a quitarsela, y aunque todos concordaban en llamarlo un capullo y aniñado siguió sosteniendo que había una criatura dentro que era su amigo y que tenían que dejar en paz. Podía sentir la criatura raendo en el lado interior de la cajita, y acarició la tapadera, queriendo tranquilizarlo. -Nadie te me quitará -susurró-. Nadie. Pero al final Martínez acabó con los "tonterías" y arrebató la caja a Nicolás. Rió a los demás, satisfecho de si mismo. -¿Y de verdad nos quieres decir que hay una "criatura" en esta cajita? Nicolás asintió con los dientes apretados. -¡Pero entonces déjanos *ver* la maravilla, que la veamos! -¡No! -gimoteó Nicolás- se-escapará-y-huirá-y-nunca-volverá -y sollozó. Pero Martínez abrió la caja y dentro había un poco de algodón,algunas migas y nada más. La mostró a todos con un aire triunfador, luego la tiró en el suelo. Nicolás la cogió y se largó. Entonces Nicolás se puso a esperar que la criatura volviera. Día tras día, noche tras noche. Pero no vino. Nunca volvió con Nicolás. Víctor se detuvo y chupó sus dedos, quitando algunos restos del pastel. Jette asintió con la cabeza. -¡Qué cuento más triste! -dijo. Víctor se reclinó. "Un par de días más tarde Martínez se puso enfermo. Se empaledició repentinamente durante una reunión colectiva y tenía que salir a vomitar. Más tarde fue ingresado en el hospital. En la escuela, todos estaban muy dolidos por eso, y eso escribieron en una nota adicional del folleto. Al fin murió. A Nicolás no le importaba. Él estaba esperando que volviera su criatura. Se lo arregló todo muy bien, decoró la cajita con papel satinado, la forró con un trozo de terciopelo, incluso escribió su nombre afuera." -¿Nombre? -preguntó Tomás-. También tenía un nombre? Víctor se encogió de hombros. -Bueno, sí, Nicolás oyó una conversación en que mencionaron el miserable destino del conciudadano Martínez, y en ésta escuchó una palabra que no entendió, y la puso en la cajita. Estaba seguro que tenía que ser el nombre de la criatura. Pero por tanto esfuerzo que hiciera, la criatura no volvió a aparecer. Cuando cumplió diez años, leyo "Los descubrimientos de Adán Hart" debajo de la colcha, con una linterna de bolsillo. Entonces escribió a Wulff, y éste mandó la carta a mi, y un día que estaba en Copenhague con la clase se largó de los demás y vino a verme. Me dio la caja, el también había empezado a pensar que era grandecito para tener criaturas pero no se atrevía a tirar la cajita, por si a pesar de todo le diera por volver... Los tres se quedaron sentados, mirando el pequeño paquete. -¿Podemos verla? -preguntó Jette. -¿Qué? Ah sí, por supuesto. Y Víctor abrió minuciosamente el paquete y les enseñó la caja en la escasa luz del sótano que de pronto parecía aún más escasa, como un momento de hemeralopia, como una azuleja oscura, metida por consideraciones estéticas en el mosaico de la juventud. Era una gran caja de cerillas decorada con tiritas de papel satinado en varios colores, y por un lado estaba escrito con letras grandes e infantiles:


KANSER



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Traducido por Carsten K. Agger COPYRIGHT © Erwin Neutzsky-WulffPublished 1984 by Balder og Brage All Rights Reserved This text may under no circumstances be resold or redistributed for compensation of any kind, in either printed, electronic, or any other forms, without prior written permission from Borgen Publishers. For further information contact Borgens Forlag, Valbygaardsvej 33, DK-2500 Copenhagen Valby, Denmark, phone +45 46 36 21 00, fax +45 36 44 14 88

Presentaciones..

miércoles, 3 de septiembre de 2008




Bueno aquí esta mi presentación formal.

¡Buenas noches! Son las 2.35 de la madrugada y estoy plenamente en activo. Como buena vampiresa que soy hago vida nocturna, me siento más cómoda en la oscuridad pero disfruto de la luz del día como cualquier mortal...

Vivo la vida como una dulce adolescente normal, tengo amigos, pareja (desde hace dos años a..)...


Quien prueba mis colmillos no quiere separarse de mí y puede que muchos de vosotros deséis probarlos pero os tendréis que conformar con mi literatura que no es ni mucho menos menos efectiva que uno de mis colmillos.







Hoy he pasado el día entre las paredes de mi cuarto, observando como cambia la posición del sol desde la alturas y admirando como titilan los astros en la noche...


Si alguien sabe algo sobre las publicaciones de las secuelas de Medianoche de Claudia Gray o Despertar de L.J Smith agradecería que me lo hiciese saber.




Sin más me despido... que tengáis siempre un sueño que recordar.



A ti te amo, por siempre.